Charles Baudelaire

Creo sentir, a veces que mi sangre en torrente

se me escapa en sollozos lo mismo que una fuente.

Oigo perfectamente su queja dolorida,

pero me palpo en vano para encontrar la herida.

Corre como si fuera regando un descampado,

y en curiosos islotes convierte el empedrado,

apagando la sed que hay en toda criatura

y tiñendo doquiera de rojo la Natura.

A menudo también del vino he demandado

que aplaque por un día mi terror. ¡Pero el vino

torna el mirar más claro y el oído más fino.

Tampoco en el amor el olvido he encontrado:

ha sido para mí un lecho de alfileres,

hecho para saciar la sed de las mujeres.

jueves, 3 de febrero de 2011

Basta de violencia contra periodistas...


¿Quién mató a Armando Rodríguez?
 
Es la pregunta que encabeza uno de los relatos incluidos en el libro No incluye baterías, del periodista Alejandro Páez, y que muchos reporteros continúan repitiendo, a dos años de aquel asesinato (13 de noviembre de 2008).Paéz dice de su amigo Rodríguez, ex reportero del Diario de Juárez, “no merecía un final triste. Fue un periodista honesto, y valiente que merecía no los aplausos, tan sólo la vida”. “A nuestro amigo El Choco (Armando Rodríguez) lo mató la impunidad, fueron las manos oscuras liberadas de Felipe Calderón y su estrategia poco razonada. Impunidad acabó con Armando Rodríguez y hace víctimas a los civiles que mueren a diario por acciones de una guerra inútil, acaso idiota”. Pero la desgracia de Ciudad Juárez, afecta a todos sus habitantes, la tierra natal de Páez, por lo que recuerda la pesadilla de Lluz María Dávila, madre de los dos jóvenes masacrados (más otros 13 en Villas de Salvarcar), y que después encaró a Felipe Calderón para decirle “usted no es bienvenido”. En esa localidad, afirma: “quedará la firma del sexenio. Sus habitantes sobrevivirán a la desgracia, seguro. Pero tanto dolor y tanta sangre, tanto abandono no se olvidarán fácilmente. Frente a la mejor muestra de un Estado fallido”.
 
En algunas de sus reflexiones políti­cas, el ex director editorial de El Uni­versal, plasma en el libro (Editorial, Cal y Arena) su desencanto por la década de alternancia (gobiernos panistas), “que bien podremos llamar la década del fin de un sueño, de libertad, equidad y jus­ticia social, las cuales nunca llegaron”. (Balbina Flores)

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